La Union de Cineastas Peruanos / UCP escribió:
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El pronunciamiento que la APCP hizo público para compartir con la comunidad cinematográfica los fundamentos de su respaldo al proyecto que incrementaría en más de 100% el presupuesto de Conacine (y por lo tanto en esa o mayor proporción la producción de películas peruanas) ha generado, nuevamente, un aluvión de respuestas y, desgraciadamente otra vez, descalificando y agrediendo. Como vuelve a quedar comprobado no somos nosotros los que distanciamos al gremio: nos limitamos a explicar las razones por las que nos parece que en este momento, con las condiciones objetivas actuales, con el Congreso conformado tal como está, a dos semanas que termine la actual legislatura, la única posibilidad real de tener un sustancial aumento del presupuesto de Conacine es ayudando a la promulgación de ese proyecto de ley.
También afirmamos que la batalla por una ley más integral sobre la cinematografía no termina con la aprobación de este proyecto de ley que tiene que ver fundamentalmente con un incremento importantísimo al financiamiento del cine peruano: en una coyuntura más favorable, con un Ministerio de Cultura más consolidado, nada nos impedirá seguir consiguiendo mejores condiciones para el mejor desarrollo de todo el fenómeno cinematográfico en su integridad. Pensamos que muchas veces los avances se consiguen paso a paso y que la impaciencia por tener un marco legal más totalizador (en este momento y en las actuales circunstancias muy improbable, como lo demuestran los años transcurridos en este debate) no nos debe impedir ver la realidad: que de aprobarse este proyecto de ley el próximo año el Conacine podrá financiar alrededor de diez largometrajes en los concursos nacionales, aparte de largometrajes regionales, documentales y cortometrajes.
Por último, la APCP reitera que actúa frontalmente y siempre con la verdad como argumento. Al leer los comentarios absolutamente descalificadores sobre el proyecto de ley no deja de asombrarnos el impresionante cambio de óptica de las personas que participaron en la reunión que, en Junio de este año, convocó a representantes de la APCP y la UCP con los distribuidores y exhibidores y que se realizó en el Centro Cultural de la Católica. En esa reunión, y durante algunas horas, representantes de las dos instituciones sugerimos una serie de correcciones al proyecto de "convenio" que generaría el supuesto 3.3% que los exhibidores transferirían al Conacine. Las correcciones fueron aceptadas por los representantes de los exhibidores y distribuidores. A su vez la APCP y la UCP exigieron que el porcentaje subiera a 4%. Los representantes de la exhibición-distribución dijeron que lo consultarían y responderían 48 horas después. Luego de ello los representantes gremiales (Francisco Lombardi, Alberto Durant y Frank Pérez Garland por la APCP y Christian Wiener, Francisco Adrianzen, Gabriel Quispe, Guillermo Palacios y Alejandro Legaspi por la UCP) nos dedicamos a buscar acuerdos que hicieran factible el apoyo conjunto al proyecto: llegamos a acuerdos sobre incrementar el apoyo al cine regional, a incluir a la Cinemateca dentro del proyecto y corregimos algunos puntos del tema laboral. Con todas esas reformas los representantes de la UCP manifestaron su acuerdo y se retiraron para hacer las consultas con su asamblea. Lamentablemente el día lunes los representantes de los exhibidores-distribuidores nos informaron que sus asociados no aceptaban subir el porcentaje del 3.3% al 4%. Por su parte, la UCP nos informó que su asamblea no aprobaba los acuerdos alcanzados. Esa reunión fue la oportunidad más clara de haber generado un consenso y estuvimos bastante cerca: cabe preguntarse ¿Si estuvimos a un paso de llegar a un acuerdo sobre el apoyo al proyecto de ley puede este parecer tan demoníaco al cabo de unos meses? ¿Es tan absolutamente decisivo un 0.7% del porcentaje a repartir como estuvieron de acuerdo en esa reunión los colegas de la UCP?. Creo que a estas alturas deberíamos hacer un esfuerzo por sincerar las cosas, por encontrar un mínimo equilibrio que, entre otras cosas, evite este permanente y malsano maniqueísmo entre buenos y malos.
Con este comunicado la APCP pretende dejar el juego de ataques y respuestas permanente. Lo hace con la tranquilidad de haber discrepado con respeto y sin descalificar a nadie y con el único propósito de dar a conocer a la comunidad cinematográfica los lineamientos de nuestra conducta que apuntan al único objetivo de hacer que se produzcan más películas en el Perú para que todos los que aspiramos a hacer cine tengamos más oportunidades que las que en este momento otorga el esforzado, pero reducido, presupuesto de Conacine.
La Directiva
.El pronunciamiento que la APCP hizo público para compartir con la comunidad cinematográfica los fundamentos de su respaldo al proyecto que incrementaría en más de 100% el presupuesto de Conacine (y por lo tanto en esa o mayor proporción la producción de películas peruanas) ha generado, nuevamente, un aluvión de respuestas y, desgraciadamente otra vez, descalificando y agrediendo. Como vuelve a quedar comprobado no somos nosotros los que distanciamos al gremio: nos limitamos a explicar las razones por las que nos parece que en este momento, con las condiciones objetivas actuales, con el Congreso conformado tal como está, a dos semanas que termine la actual legislatura, la única posibilidad real de tener un sustancial aumento del presupuesto de Conacine es ayudando a la promulgación de ese proyecto de ley.
También afirmamos que la batalla por una ley más integral sobre la cinematografía no termina con la aprobación de este proyecto de ley que tiene que ver fundamentalmente con un incremento importantísimo al financiamiento del cine peruano: en una coyuntura más favorable, con un Ministerio de Cultura más consolidado, nada nos impedirá seguir consiguiendo mejores condiciones para el mejor desarrollo de todo el fenómeno cinematográfico en su integridad. Pensamos que muchas veces los avances se consiguen paso a paso y que la impaciencia por tener un marco legal más totalizador (en este momento y en las actuales circunstancias muy improbable, como lo demuestran los años transcurridos en este debate) no nos debe impedir ver la realidad: que de aprobarse este proyecto de ley el próximo año el Conacine podrá financiar alrededor de diez largometrajes en los concursos nacionales, aparte de largometrajes regionales, documentales y cortometrajes.
Por último, la APCP reitera que actúa frontalmente y siempre con la verdad como argumento. Al leer los comentarios absolutamente descalificadores sobre el proyecto de ley no deja de asombrarnos el impresionante cambio de óptica de las personas que participaron en la reunión que, en Junio de este año, convocó a representantes de la APCP y la UCP con los distribuidores y exhibidores y que se realizó en el Centro Cultural de la Católica. En esa reunión, y durante algunas horas, representantes de las dos instituciones sugerimos una serie de correcciones al proyecto de "convenio" que generaría el supuesto 3.3% que los exhibidores transferirían al Conacine. Las correcciones fueron aceptadas por los representantes de los exhibidores y distribuidores. A su vez la APCP y la UCP exigieron que el porcentaje subiera a 4%. Los representantes de la exhibición-distribución dijeron que lo consultarían y responderían 48 horas después. Luego de ello los representantes gremiales (Francisco Lombardi, Alberto Durant y Frank Pérez Garland por la APCP y Christian Wiener, Francisco Adrianzen, Gabriel Quispe, Guillermo Palacios y Alejandro Legaspi por la UCP) nos dedicamos a buscar acuerdos que hicieran factible el apoyo conjunto al proyecto: llegamos a acuerdos sobre incrementar el apoyo al cine regional, a incluir a la Cinemateca dentro del proyecto y corregimos algunos puntos del tema laboral. Con todas esas reformas los representantes de la UCP manifestaron su acuerdo y se retiraron para hacer las consultas con su asamblea. Lamentablemente el día lunes los representantes de los exhibidores-distribuidores nos informaron que sus asociados no aceptaban subir el porcentaje del 3.3% al 4%. Por su parte, la UCP nos informó que su asamblea no aprobaba los acuerdos alcanzados. Esa reunión fue la oportunidad más clara de haber generado un consenso y estuvimos bastante cerca: cabe preguntarse ¿Si estuvimos a un paso de llegar a un acuerdo sobre el apoyo al proyecto de ley puede este parecer tan demoníaco al cabo de unos meses? ¿Es tan absolutamente decisivo un 0.7% del porcentaje a repartir como estuvieron de acuerdo en esa reunión los colegas de la UCP?. Creo que a estas alturas deberíamos hacer un esfuerzo por sincerar las cosas, por encontrar un mínimo equilibrio que, entre otras cosas, evite este permanente y malsano maniqueísmo entre buenos y malos.
Con este comunicado la APCP pretende dejar el juego de ataques y respuestas permanente. Lo hace con la tranquilidad de haber discrepado con respeto y sin descalificar a nadie y con el único propósito de dar a conocer a la comunidad cinematográfica los lineamientos de nuestra conducta que apuntan al único objetivo de hacer que se produzcan más películas en el Perú para que todos los que aspiramos a hacer cine tengamos más oportunidades que las que en este momento otorga el esforzado, pero reducido, presupuesto de Conacine.
La Directiva
Gabriel Quispe Medina escribió:
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Parece que estamos llegando al punto culminante del debate de la ley de cine en el Congreso. Por ello, vale la pena recordar algunos hechos, para que quienes no han estado al tanto de los acontecimientos tengan más elementos de juicio.
Lo que mal empieza, difícilmente se endereza. En junio de 2009 una actitud demasiado concesiva de la APCP y la presidencia del Conacine, permitió que la posición de los distribuidores y exhibidores, representados por Carlos Raffo, ganara espacio a pesar de sus hegemónicos intereses y postulados y la impopular imagen que conllevan, y los convirtiera en interlocutores con un supuesto mismo derecho que la cinematografía nacional en el marco de los beneficios de una ley de cine, que históricamente y a nivel mundial encuentra su sentido en el fomento, justamente, de la cinematografía nacional, por encima de las expectativas extranjeras y principalmente trasnacionales. Resultado: hoy, a fines de noviembre de 2010, la insólita pretensión del reparto por tercios, simétrico y equilátero, de los recursos provenientes del impuesto municipal, lejos de generar unánime rechazo como debió ser, tiene relativa aceptación en un sector de la comunidad, que lo ve ya como parte "normal" del paisaje. 3,3% para el cine peruano, 3,3% para exhibidores y 3,3% para distribuidores, gran negocio de las Majors. Sin embargo, eso no significa que, si se aprueba la ley, esa división tripartita vaya a prevalecer.
Ahora la APCP dice, reitera en realidad, que el proyecto de Raffo no es el ideal pero es el "posible", aceptando todo el discurso que ha ido pregonando dicho parlamentario. Hay que recordar que la primera versión de su proyecto, concebido y promovido por los exhibidores y distribuidores, le daba 1.6% al cine peruano, y sólo después de una apurada negociación con la APCP en el mismo junio de 2009 se llegó a 3%, que todavía era precario y claramente débil en un contexto de voluntariedad y temporalidad.
1,6%. Ese es el auténtico trato que Raffo y sus socios naturales dispensan al cine peruano, pero ahora Raffo dice caricaturescamente, en su muy activa cuenta de Twitter, que su proyecto es apoyado por "los cineastas de verdad", "la gente de peso", "los que realmente hacen las películas", y que sólo es rechazado por quienes "nunca han hecho una película", "un grupo minoritario", de "rebeldes", "radicales", casi una especie de trashumante célula guevarista, ¿no?, cuando en verdad lo que se ha hecho es sostener argumentos y presentar documentos que demuestran la inconsistencia de su proyecto y la concepción que representa.
Raffo pide "no politizar" el tema de la ley de cine. Sin embargo, se contradice, al imputar que la UCP "se ha aliado con el humalismo para boicotear" su proyecto. En esa línea, podríamos decir entonces que las trasnacionales de Hollywood se han aliado con el fujimorismo para impedir una ley justa y soberana para el cine peruano, en exacta coincidencia entre la política hollywoodense de siempre, que busca el atraso de las cinematografías nacionales, y la posición entreguista y liquidadora de activos patrios que el fujimorismo aplicó en los años 90, con las consecuencias de inmensa corrupción que conocemos. Y Raffo habla de boicotear pese a presentar el proyecto de las Majors cuando el original del legislador Johny Peralta (de marzo 2009) era promovido inicialmente por el conjunto de cineastas, y luego en marzo 2010, Raffo otra vez presenta la nueva versión de su proyecto, apenas remozado, tres semanas después de que el congresista Werner Cabrera presentara el suyo.
En junio de 2009, cuando se quería dar la impresión de que el proyecto Raffo era un bólido, a la comunidad cinematográfica se le dijo "Que Dios nos ayude a confiar", o sea confiar en los distribuidores y exhibidores, pero pese a que aparentemente algunos sí confiaron, Dios no nos ha ayudado mucho a hacer ese acto de fe, porque hoy más que nunca las películas peruanas son lanzadas por los aires de las salas al cabo de la primera semana. Además, recientemente el columnista Jaime Campodónico reveló en el diario La República, en un artículo sobre recaudación tributaria, que la más extranjera de las cadenas de exhibición, Cinemark, tenía uno de esos cómodos contratos de "estabilidad jurídica" que proliferaron justamente durante el fujimorato, renovado dos veces por adendas.
Como si aún faltara alguna pista sobre el ADN hollywoodense del proyecto Raffo, últimamente manifestó su entusiasta apoyo Bruno Pinasco, personaje tan ameno y mediático como también evidente promotor del statu quo impuesto por el cine norteamericano, tanto que hace unos meses declaró a Perú21: "Soy Hollywood, nunca he pretendido hacer un programa de crítica o de análisis cinematográfico". Bueno, no sabemos si ha analizado los proyectos de ley, pero dice que el de Raffo le satisface y que debe apoyarse.
En fin, diecisiete meses y tres semanas después del inicio de la polémica, siguen ahí los proyectos de ley disponibles para que cada quien los analice y saque sus propias conclusiones, aunque ya estemos al filo del tiempo. Como dice la APCP, el asunto "actualmente está a punto de entrar a comisiones para su debate".
G.
.Parece que estamos llegando al punto culminante del debate de la ley de cine en el Congreso. Por ello, vale la pena recordar algunos hechos, para que quienes no han estado al tanto de los acontecimientos tengan más elementos de juicio.
Lo que mal empieza, difícilmente se endereza. En junio de 2009 una actitud demasiado concesiva de la APCP y la presidencia del Conacine, permitió que la posición de los distribuidores y exhibidores, representados por Carlos Raffo, ganara espacio a pesar de sus hegemónicos intereses y postulados y la impopular imagen que conllevan, y los convirtiera en interlocutores con un supuesto mismo derecho que la cinematografía nacional en el marco de los beneficios de una ley de cine, que históricamente y a nivel mundial encuentra su sentido en el fomento, justamente, de la cinematografía nacional, por encima de las expectativas extranjeras y principalmente trasnacionales. Resultado: hoy, a fines de noviembre de 2010, la insólita pretensión del reparto por tercios, simétrico y equilátero, de los recursos provenientes del impuesto municipal, lejos de generar unánime rechazo como debió ser, tiene relativa aceptación en un sector de la comunidad, que lo ve ya como parte "normal" del paisaje. 3,3% para el cine peruano, 3,3% para exhibidores y 3,3% para distribuidores, gran negocio de las Majors. Sin embargo, eso no significa que, si se aprueba la ley, esa división tripartita vaya a prevalecer.
Ahora la APCP dice, reitera en realidad, que el proyecto de Raffo no es el ideal pero es el "posible", aceptando todo el discurso que ha ido pregonando dicho parlamentario. Hay que recordar que la primera versión de su proyecto, concebido y promovido por los exhibidores y distribuidores, le daba 1.6% al cine peruano, y sólo después de una apurada negociación con la APCP en el mismo junio de 2009 se llegó a 3%, que todavía era precario y claramente débil en un contexto de voluntariedad y temporalidad.
1,6%. Ese es el auténtico trato que Raffo y sus socios naturales dispensan al cine peruano, pero ahora Raffo dice caricaturescamente, en su muy activa cuenta de Twitter, que su proyecto es apoyado por "los cineastas de verdad", "la gente de peso", "los que realmente hacen las películas", y que sólo es rechazado por quienes "nunca han hecho una película", "un grupo minoritario", de "rebeldes", "radicales", casi una especie de trashumante célula guevarista, ¿no?, cuando en verdad lo que se ha hecho es sostener argumentos y presentar documentos que demuestran la inconsistencia de su proyecto y la concepción que representa.
Raffo pide "no politizar" el tema de la ley de cine. Sin embargo, se contradice, al imputar que la UCP "se ha aliado con el humalismo para boicotear" su proyecto. En esa línea, podríamos decir entonces que las trasnacionales de Hollywood se han aliado con el fujimorismo para impedir una ley justa y soberana para el cine peruano, en exacta coincidencia entre la política hollywoodense de siempre, que busca el atraso de las cinematografías nacionales, y la posición entreguista y liquidadora de activos patrios que el fujimorismo aplicó en los años 90, con las consecuencias de inmensa corrupción que conocemos. Y Raffo habla de boicotear pese a presentar el proyecto de las Majors cuando el original del legislador Johny Peralta (de marzo 2009) era promovido inicialmente por el conjunto de cineastas, y luego en marzo 2010, Raffo otra vez presenta la nueva versión de su proyecto, apenas remozado, tres semanas después de que el congresista Werner Cabrera presentara el suyo.
En junio de 2009, cuando se quería dar la impresión de que el proyecto Raffo era un bólido, a la comunidad cinematográfica se le dijo "Que Dios nos ayude a confiar", o sea confiar en los distribuidores y exhibidores, pero pese a que aparentemente algunos sí confiaron, Dios no nos ha ayudado mucho a hacer ese acto de fe, porque hoy más que nunca las películas peruanas son lanzadas por los aires de las salas al cabo de la primera semana. Además, recientemente el columnista Jaime Campodónico reveló en el diario La República, en un artículo sobre recaudación tributaria, que la más extranjera de las cadenas de exhibición, Cinemark, tenía uno de esos cómodos contratos de "estabilidad jurídica" que proliferaron justamente durante el fujimorato, renovado dos veces por adendas.
Como si aún faltara alguna pista sobre el ADN hollywoodense del proyecto Raffo, últimamente manifestó su entusiasta apoyo Bruno Pinasco, personaje tan ameno y mediático como también evidente promotor del statu quo impuesto por el cine norteamericano, tanto que hace unos meses declaró a Perú21: "Soy Hollywood, nunca he pretendido hacer un programa de crítica o de análisis cinematográfico". Bueno, no sabemos si ha analizado los proyectos de ley, pero dice que el de Raffo le satisface y que debe apoyarse.
En fin, diecisiete meses y tres semanas después del inicio de la polémica, siguen ahí los proyectos de ley disponibles para que cada quien los analice y saque sus propias conclusiones, aunque ya estemos al filo del tiempo. Como dice la APCP, el asunto "actualmente está a punto de entrar a comisiones para su debate".
G.
Christian Wiener escribió:
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Los amigos de la APCP , quedándose todavía en Aristóteles, definen la política como el “arte de los posible”, y por ello se permiten estar con Dios y con el Diablo, saludar e identificarse con las propuestas de la Ley Cabrera al mismo tiempo que suscriben y se toman fotos junto a los promotores de la Ley Raffo. El problema de estos “realistas” que realizan ficción, es que convierten a la política en un asunto de oportunidad y “agarra lo que puedes”, dejando de lado los principios y dimensión ética que debe presidir todos los actos de nuestra vida. Según Cooke: “La ética nos brinda modos de articulación entre las representaciones de aquello por lo que luchamos y las razones que justifican por qué vale la pena hacerlo.” Por eso, el filósofo griego agregaba a su frase inicial, que el objetivo de la política era la “búsqueda del bien común”, y ya en el siglo XX, el pensador político francés Charles Maurras anotaría que la política es “el arte de hacer posible lo necesario”. En otras palabras, si bien es importante y necesario tomar en cuenta las condiciones y situación en que se producen los sucesos y acciones políticas, no debemos olvidar que ellas no son estáticas ni invariables, sino dinámicas y movedizas, y por eso, lo que puede modificar las posibilidades en la política y la vida misma son las acciones humanas, individuales y colectivas, y no predeterminaciones metafísicas. Porque si la historia del hombre hubiera sido guiada sólo por el “realismo” y “arte de lo posible” inmóvil y conformista, todavía seguiríamos creyendo que la tierra es plana, que los planetas giran alrededor del nuestro, o no se habría independizado América Latina y las mujeres seguirían sin voto; ya que todos estos hechos fueron el resultado de la acción humana, que termino cambiando lo que hasta hace poco se creía absoluto e invariable. Igualmente va a suceder con la ley de cine, aunque a algunos les moleste, pero lo que importa es “el bien común” y no de los mismos de siempre.
Saludos,
Christian Wiener
.Los amigos de la APCP , quedándose todavía en Aristóteles, definen la política como el “arte de los posible”, y por ello se permiten estar con Dios y con el Diablo, saludar e identificarse con las propuestas de la Ley Cabrera al mismo tiempo que suscriben y se toman fotos junto a los promotores de la Ley Raffo. El problema de estos “realistas” que realizan ficción, es que convierten a la política en un asunto de oportunidad y “agarra lo que puedes”, dejando de lado los principios y dimensión ética que debe presidir todos los actos de nuestra vida. Según Cooke: “La ética nos brinda modos de articulación entre las representaciones de aquello por lo que luchamos y las razones que justifican por qué vale la pena hacerlo.” Por eso, el filósofo griego agregaba a su frase inicial, que el objetivo de la política era la “búsqueda del bien común”, y ya en el siglo XX, el pensador político francés Charles Maurras anotaría que la política es “el arte de hacer posible lo necesario”. En otras palabras, si bien es importante y necesario tomar en cuenta las condiciones y situación en que se producen los sucesos y acciones políticas, no debemos olvidar que ellas no son estáticas ni invariables, sino dinámicas y movedizas, y por eso, lo que puede modificar las posibilidades en la política y la vida misma son las acciones humanas, individuales y colectivas, y no predeterminaciones metafísicas. Porque si la historia del hombre hubiera sido guiada sólo por el “realismo” y “arte de lo posible” inmóvil y conformista, todavía seguiríamos creyendo que la tierra es plana, que los planetas giran alrededor del nuestro, o no se habría independizado América Latina y las mujeres seguirían sin voto; ya que todos estos hechos fueron el resultado de la acción humana, que termino cambiando lo que hasta hace poco se creía absoluto e invariable. Igualmente va a suceder con la ley de cine, aunque a algunos les moleste, pero lo que importa es “el bien común” y no de los mismos de siempre.
Saludos,
Christian Wiener
APCP escribió:
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Estimados Colegas,
El señor Christian Wiener, como dirigente de la UCP, ha publicado 12 razones para la promulgación de una Ley de Cine diferente al proyecto que actualmente está a punto de entrar a comisiones para su debate. Sobre ello, la APCP, con el mismo respeto y tolerancia con el que acepta las diferentes posiciones al respecto, quiere hacer dos precisiones:
La APCP comparte, en principio, la mayoría de los argumentos que están en ese pronunciamiento. Si nos centramos en los dos puntos esenciales de lo expresado ahí queremos manifestar que estamos de acuerdo con la idea de que un impuesto parafiscal sería mucho más contundente como seguridad para el futuro del financiamiento del cine nacional. Lamentablemente, la mayoría legislativa que está detrás del tema en el Congreso (el APRA, el Fujimorismo, Solidaridad Nacional, PPC; es decir, más del 75% de la votación en el Congreso) nos dice que es imposible la creación de un impuesto dirigido a una institución pública como el Conacine (lo mismo que ha dicho el Ministerio de Economía todas las veces que ha sido consultado sobre el tema). Frente a esa realidad: ¿Qué sentido tiene insistir con un argumento que ha sido sostenidamente rechazado por los legisladores que tienen a su cargo la aprobación de este proyecto de ley?, ¿No sería mejor buscar las mejores herramientas para blindar “El Convenio” entre las partes y así apoyar la opción que pueda, efectivamente, ser aprobada por este Congreso?. Los miembros de la APCP pensamos que seguir insistiendo con un planteamiento distinto al que aceptan los legisladores sólo producirá que el proyecto, sea cual sea, siga indefinidamente sin aprobarse como ha venido ocurriendo en estos últimos 10 años.
El segundo punto esencial tiene que ver con el porcentaje que correspondería a la promoción y producción del cine peruano. Nosotros como APCP coincidimos con la UCP en que el 5% es un porcentaje más equitativo y justo que el 3,3% y en que el espíritu de cualquier proyecto de ley sobre cine tiene que privilegiar el desarrollo del cine peruano por encima de cualquier otro interés. Pero nuevamente nos encontramos con la realidad de que los legisladores insisten en que para aprobar la ley, esta debe partir de un consenso entre las partes afectadas. La APCP viene generando reuniones y mesas de trabajo con los exhibidores y distribuidores desde hace mucho tiempo (algunas de las cuales han sido compartidas con dirigentes de la UCP) pero lamentablemente la posición del sector exhibidor (como les consta a los colegas de la UCP) no ha permitido, a pesar de los constantes esfuerzos, avanzar más allá del 3,3% de beneficio para cada sector. Nuevamente estamos frente a la misma situación señalada en el primer punto: ¿Qué sentido tiene insistir con argumentos que, siendo justos y razonables, no van a ser aprobados por los legisladores que están a cargo del proyecto, que son, a su vez, la enorme mayoría en el Parlamento?
Lo que ocurrirá seguramente es lo que ha venido ocurriendo hasta la fecha: no habrá ley aprobada, no habrá beneficio de ningún tipo para nuestro cine y los 6 millones de soles que hubiese producido este año el insuficiente, pero real, 3,3% (que a su vez hubiese permitido duplicar el número de largometrajes producidos y dar un 30% al desarrollo del cine regional, un millón 800 mil soles, por ejemplo) se perderá un año más en las arcas municipales para fines ajenos a nuestros intereses como productores de cine.
Esa es la perspectiva con la que nuestra institución ve el actual panorama. Aceptamos que el proyecto a aprobarse no es el ideal pero sí creemos que es un paso adelante y que avanzando paso a paso estamos logrando cosas importantes para nuestra emergente cinematografía.
Respetamos las posiciones distintas a la nuestra pero creemos que el hecho de conseguir lo posible por sobre lo ideal en un momento como el actual (y será hasta el próximo gobierno porque esta legislatura ya concluye) es dar claramente un paso adelante en beneficio de la producción nacional.
Atentamente,
APCP (Asociación de Productores Cinematográficos del Perú)
Estimados Colegas,
El señor Christian Wiener, como dirigente de la UCP, ha publicado 12 razones para la promulgación de una Ley de Cine diferente al proyecto que actualmente está a punto de entrar a comisiones para su debate. Sobre ello, la APCP, con el mismo respeto y tolerancia con el que acepta las diferentes posiciones al respecto, quiere hacer dos precisiones:
La APCP comparte, en principio, la mayoría de los argumentos que están en ese pronunciamiento. Si nos centramos en los dos puntos esenciales de lo expresado ahí queremos manifestar que estamos de acuerdo con la idea de que un impuesto parafiscal sería mucho más contundente como seguridad para el futuro del financiamiento del cine nacional. Lamentablemente, la mayoría legislativa que está detrás del tema en el Congreso (el APRA, el Fujimorismo, Solidaridad Nacional, PPC; es decir, más del 75% de la votación en el Congreso) nos dice que es imposible la creación de un impuesto dirigido a una institución pública como el Conacine (lo mismo que ha dicho el Ministerio de Economía todas las veces que ha sido consultado sobre el tema). Frente a esa realidad: ¿Qué sentido tiene insistir con un argumento que ha sido sostenidamente rechazado por los legisladores que tienen a su cargo la aprobación de este proyecto de ley?, ¿No sería mejor buscar las mejores herramientas para blindar “El Convenio” entre las partes y así apoyar la opción que pueda, efectivamente, ser aprobada por este Congreso?. Los miembros de la APCP pensamos que seguir insistiendo con un planteamiento distinto al que aceptan los legisladores sólo producirá que el proyecto, sea cual sea, siga indefinidamente sin aprobarse como ha venido ocurriendo en estos últimos 10 años.
El segundo punto esencial tiene que ver con el porcentaje que correspondería a la promoción y producción del cine peruano. Nosotros como APCP coincidimos con la UCP en que el 5% es un porcentaje más equitativo y justo que el 3,3% y en que el espíritu de cualquier proyecto de ley sobre cine tiene que privilegiar el desarrollo del cine peruano por encima de cualquier otro interés. Pero nuevamente nos encontramos con la realidad de que los legisladores insisten en que para aprobar la ley, esta debe partir de un consenso entre las partes afectadas. La APCP viene generando reuniones y mesas de trabajo con los exhibidores y distribuidores desde hace mucho tiempo (algunas de las cuales han sido compartidas con dirigentes de la UCP) pero lamentablemente la posición del sector exhibidor (como les consta a los colegas de la UCP) no ha permitido, a pesar de los constantes esfuerzos, avanzar más allá del 3,3% de beneficio para cada sector. Nuevamente estamos frente a la misma situación señalada en el primer punto: ¿Qué sentido tiene insistir con argumentos que, siendo justos y razonables, no van a ser aprobados por los legisladores que están a cargo del proyecto, que son, a su vez, la enorme mayoría en el Parlamento?
Lo que ocurrirá seguramente es lo que ha venido ocurriendo hasta la fecha: no habrá ley aprobada, no habrá beneficio de ningún tipo para nuestro cine y los 6 millones de soles que hubiese producido este año el insuficiente, pero real, 3,3% (que a su vez hubiese permitido duplicar el número de largometrajes producidos y dar un 30% al desarrollo del cine regional, un millón 800 mil soles, por ejemplo) se perderá un año más en las arcas municipales para fines ajenos a nuestros intereses como productores de cine.
Esa es la perspectiva con la que nuestra institución ve el actual panorama. Aceptamos que el proyecto a aprobarse no es el ideal pero sí creemos que es un paso adelante y que avanzando paso a paso estamos logrando cosas importantes para nuestra emergente cinematografía.
Respetamos las posiciones distintas a la nuestra pero creemos que el hecho de conseguir lo posible por sobre lo ideal en un momento como el actual (y será hasta el próximo gobierno porque esta legislatura ya concluye) es dar claramente un paso adelante en beneficio de la producción nacional.
Atentamente,
APCP (Asociación de Productores Cinematográficos del Perú)